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Expertos en salud y telecomunicaciones confirman que la radiación emitida por los teléfonos celulares, de tipo no ionizante, se mantiene dentro de los parámetros de seguridad establecidos internacionalmente, desmintiendo la creencia popular sobre riesgos graves para la salud.
Los usuarios pueden verificar fácilmente si sus dispositivos cumplen con estos límites, lo que aporta tranquilidad sobre el uso diario de la tecnología móvil.
Esta aclaración es fundamental para comprender la interacción entre los dispositivos y el bienestar humano, enfocándose en la evidencia científica disponible.
La preocupación sobre la radiación de los celulares ha persistido durante años, pero la comunidad científica ha proporcionado una perspectiva clara.
El Instituto Nacional del Cáncer ha detallado que los teléfonos móviles generan radiación por radiofrecuencia, una forma de onda electromagnética que se clasifica como no ionizante.
Este detalle es clave, ya que esta radiación carece de la energía suficiente para alterar el ADN o causar daños celulares directos, a diferencia de la radiación ionizante, que sí puede hacerlo. Por lo tanto, la naturaleza de la radiación emitida por los dispositivos móviles es fundamental para entender su impacto.
Los dispositivos actuales, que operan en redes 2G, 3G y 4G, utilizan frecuencias que oscilan aproximadamente entre 0.7 y 2.7 gigahercios (GHz). Con la llegada de la tecnología 5G, las frecuencias pueden alcanzar hasta los 80 GHz.
A pesar de estas variaciones, todas estas frecuencias se encuentran dentro del rango no ionizante, que abarca desde 0 Hz hasta 300 GHz, según datos de entidades especializadas en prevención laboral. Bajo estas condiciones, la radiación de los celulares no se considera peligrosa para la salud humana.
Sin embargo, algunas personas pueden reportar molestias leves, como dolor de cabeza o incomodidad física, particularmente después de una exposición prolongada, aunque estas no se asocian a daños permanentes.
La seguridad de los teléfonos móviles está garantizada mientras se mantengan dentro de los rangos establecidos por los organismos reguladores a nivel mundial.
La radiación solo representaría un problema si un dispositivo superara los valores permitidos, una situación que es poco común pero que ha llevado a acciones regulatorias en el pasado.
Un ejemplo ilustrativo ocurrió en Francia en 2023, cuando se suspendió temporalmente la venta del iPhone 12. Las autoridades detectaron que este modelo específico alcanzaba una Tasa de Absorción Específica (SAR) de 5.74 W/kg, superando el límite europeo de 4 W/kg.
Este tipo de medidas regulatorias subraya el compromiso de las autoridades para asegurar que la radiación de los celulares se mantenga dentro de márgenes seguros para los consumidores.
La radiación de los teléfonos móviles se cuantifica mediante la Tasa de Absorción Específica (SAR, por sus siglas en inglés). Este indicador, reconocido internacionalmente, mide la cantidad de energía de radiofrecuencia que el cuerpo humano absorbe al usar un dispositivo.
El cálculo del SAR considera factores como el peso corporal y la frecuencia del equipo, y el resultado se expresa en vatios por kilogramo (W/kg), representando el promedio de radiofrecuencia absorbida por una porción específica del cuerpo.
Es importante destacar que el valor del SAR puede variar según la distancia entre el celular y el usuario; una menor distancia puede implicar una mayor energía absorbida. Por esta razón, el uso prolongado sin manos libres podría incrementar ligeramente la exposición.
La Oficina Federal de Protección Radiológica de Alemania sugiere que el nivel de SAR recomendado para un teléfono móvil no debería exceder los 2 W/kg, un estándar adoptado como referencia en múltiples países.
