Recibir dinero por transferencia parece inofensivo, pero algunos errores comunes pueden provocar revisiones, multas o aclaraciones ante el SAT.
Las transferencias bancarias están cada vez más vigiladas por la autoridad fiscal. No importa si el dinero viene de un familiar, amigo o cliente: si no sabes cómo recibirlo o justificarlo, podrías enfrentar problemas fiscales. A continuación, te explicamos los errores más frecuentes que debes evitar.
Uno de los errores más comunes es pensar que todas las transferencias están exentas de impuestos. Si el dinero corresponde a un pago por servicios, ventas o actividades profesionales, el SAT lo considera ingreso acumulable. Aunque no emitas factura, el SAT puede detectar el depósito y pedirte comprobar su origen. No declararlo puede derivar en multas, recargos y actualizaciones.
Las transferencias sin concepto o con descripciones ambiguas como “préstamo”, “ayuda” o “pago” generan alertas fiscales. El SAT revisa estos movimientos cuando no coinciden con tu actividad económica. Un concepto mal definido complica cualquier aclaración posterior y puede hacer que el depósito sea tratado como ingreso no declarado.
Muchas personas reciben dinero como préstamo y no lo documentan. Para el SAT, si no existe un contrato o comprobante, ese dinero puede considerarse ingreso gravable. Incluso los préstamos entre familiares deben estar respaldados con un documento que acredite que no se trata de una ganancia.
Otro error es recibir depósitos constantes sin estar inscrito en el régimen fiscal adecuado. El SAT cruza información bancaria con tu RFC y detecta actividad económica no registrada. Esto puede derivar en la obligación de darte de alta, pagar impuestos retroactivos y enfrentar sanciones.



