s Contrario a los que la mayoría de los expertos vaticinaba, el originario de Tepito terminó los 12 rounds y evitó el nocaut.
David Picasso fue a Arabia Saudita con la decisión de vencer a Naoya Inoue, uno de los mejores boxeadores libra por libra. No consiguió la hazaña, pero llevó la pelea hasta el límite y se decidió por las tarjetas de los jueces: el japonés se impuso por decisión unánime para retener los cinturones de peso supergallo del CMB, AMB, OMB y FIB.
La biografía de este joven boxeador rompe con la idea prefabricada del púgil que surge de algún barrio bravo. Nació en Tepito, pero es conocido por ser un estudiante de neurociencias en la UNAM. Su caso, aunque no frecuente, sí revela una evolución en el perfil del boxeador mexicano. Cada vez más novatos quieren perseguir este tipo de historias de éxito en el cuadrilátero. Si antes los peleadores elegían la carrera de los golpes para mitigar el hambre, ahora buscan los grandes escenarios como un camino para hacer fortuna en la industria. Son atletas con estrategias de inversionistas.
“Lo que cobró Picasso en Arabia ni siquiera yo lo gané como campeón del mundo”, dijo a La Jornada Alfonso Zamora, único mexicano que puede presumir una medalla olímpica –plata en Múnich 1972– y un cinturón de campeón del mundo de peso gallo.
“Antes se metían al boxeo para ayudar a su familia para la renta o la comida, luego querían comprarle una casa a la ‘madrecita’, con eso soñábamos todos; ahora lo que quieren es asegurar a toda su familia y a una o dos generaciones más, eso es muy atractivo”, agregó.
Según algunas versiones de la prensa deportiva, el sueldo de Picasso habría alcanzado 2 millones de dólares. Inoue, quien es la estrella y el campeón absoluto invicto de la división, se habría embolsado 15.
Aun cuando las cifras son portentosas, no sorprenden al recordar que son consecuencia de la intensa actividad en espectáculos y deportes en Riad, en Arabia Saudita, un país que pretende convertirse en el epicentro del deporte mundial como una estrategia para limpiar su imagen a través de los grandes espectáculos competitivos (sportswashing), pues su gobierno ha sido acusado de constantes violaciones a los derechos humanos.
Cuando los mexicanos empezaron a ser protagonistas del boxeo internacional, pasaron del Forum de Inglewood de Los Ángeles, a ser estelares en Las Vegas. Hoy visitan la nueva meca de esta industria: Riad, paraíso para los espectáculos y los deportes de élite gracias a la riqueza petrolera de esa monarquía.
Si hace medio siglo Rubén Púas Olivares robó reflectores en Inglewood y en los años 90 Julio César Chávez fue a Las Vegas a confirmar el potencial de los mexicanos arriba del ring, en años recientes, Saúl Canelo Álvarez fue el emblema de una transición al dejar los escenarios estadunidenses para firmar un cuantioso contrato de 400 millones de dólares por cinco contiendas en el reino. Un acuerdo descomunal al que nunca tuvo acceso ningún atleta mexicano.
En esa nueva ruta, David Picasso, joven peleador con buen boxeo y una vida de universitario, comenzó sus pasos a pesar de que no es una figura internacional y su fama discreta se reduce a la afición de su propio país.
La oferta de disputar una batalla por un título del mundo ante Inoue en Riad fue una oportunidad para que Picasso se consolidara como una de las promesas del boxeo mexicano. Cuando lo mencionaron por primera vez como retador del japonés, muchos desecharon la idea. Se dijo no sólo que no tenía el lustre para enfrentarlo, sino que tampoco contaba con las habilidades para un reto de ese calado. Apenas se confirmó que sería el rival, la opinión mayoritaria fue que no llegaría a las tarjetas y que el Monstruo japonés lo noquearía en cuanto quisiera terminar.
Sin embargo, el viaje a Arabia Saudita demostró que el joven capitalino aún tiene demasiado por aprender para ser parte de esa estirpe de mexicanos que han protagonizado gestas en cuadriláteros internacionales. Es un peleador elegante, pero su pegada no parece llevar la potencia que se requiere para desenlaces heroicos.
Si bien Picasso fue explosivo en los primeros tres rounds, ese ímpetu fue controlado sin mucho esfuerzo por Inoue. El japonés lució mesurado en la batalla, sin correr riesgos en ningún momento; ante cada golpe del mexicano, había una respuesta de un hombre que dominaba con exactitud las combinaciones, éste sí con una fuerza en la pegada y una velocidad que le han dado 27 victorias por nocaut en 32 combates, incluido el triunfo sobre Picasso.
Para el quinto asalto, el de Tepito empezó a mostrar signos de cierto declive, sobre todo por una molestia en la nariz que le impidió mante-ner el ritmo. Ya para los últimos episodios, Inoue dominaba por completo el combate e incluso conectó un fuerte golpe cruzado en un intento por concretar ese nocaut que la afición aclamaba.
La decisión de los jueces fue contundente al darle la victoria al Monstruo con tarjetas 120-108, 119-109 y 117-111. No obstante, el resultado dejaba insatisfecho al campeón unificado.
“Mi actuación esta noche no fue lo suficientemente buena, debería haberlo hecho mejor”, dijo Inoue al ser consciente de que pese a haber lucido en el ring dejó la deuda del nocaut con el que suele cerrar sus batallas.
Hasta ahora, Inoue había noqueado a 27 de los 31 peleadores a los que había enfrentado, en una lista que incluye a los mexicanos Luis Pantera Nery y Ramón Cardenas, así como el destacado filipino Nonito Donaire. Picasso se salvó de esa estadística.
“A pesar de que nos vamos con la derrota, me siento ganador, creo que hice un gran papel y toda la gente lo vio. Mi carrera no acaba aquí, voy a seguir luchando”, apuntó Picasso.
Entre los expertos, el resultado generó desconcierto, sobre todo por el hecho de que la batalla llegara hasta los 12 rounds, cuando las apuestas daban favorito a Inoue por la vía del nocaut.
“Es sorprendente porque inclusive pensaba que podrían lastimar a Picasso, pues Inoue tiene mucha fuerza en la pegada; pensaba que iba rumbo al precipicio”, dijo el emblemático entrenador mexicano Ignacio Beristáin.
“Picasso tiene puntería y velocidad, pero le falta potencia y condición física. Al menos con esta pelea consiguió fogueo y experiencia, aún es muy joven, no le queda más que seguir machacando para ganar ese campeonato mundial. Ya vimos que sí tiene con qué para lograrlo”, señaló Alfonso Zamora, quien sigue a la espera de conocer a un nuevo ídolo del boxeo mexicano.



