El Instituto Nacional Electoral (INE) está por dar un nuevo gran salto: un nuevo modelo de la credencial para votar con mayores medidas de seguridad, con materiales de alta tecnología y una rigurosa licitación que definirá al proveedor antes de que termine este año.
El INE quiere que el ADN del documento se mantenga —el famoso “gris IFE2 que los mexicanos reconocen desde hace tres décadas—, pero con un estándar similar al de los documentos biométricos más robustos del mundo.
“Que la ciudadanía lo vea y sepa que ha evolucionado en medidas de seguridad, pero el modelo sigue siendo el mismo, es lo que le llamamos ADN de la credencial para votar”, explica Alejandro Sosa Durán, director ejecutivo del Registro Federal de Electores.
No por nada también es uno de los documentos más usados como identificación en transacciones bancarias o financieras para comprobar la identidad de una persona, de ahí también su importancia.
La renovación no es improvisada. El Registro Federal de Electores inició en 2024 una investigación de mercado en el que participaron 26 empresas de distintas especialidades. Un año después, el INE diseño un nuevo modelo que fue aprobado por el Consejo General a principios de agosto pasado.
Además, antes de definir al ganador, la Universidad Nacional Autónoma de México hará un dictamen técnico para definir quienes son los candidatos a proveedor con mejores capacidades. El nuevo modelo suma innovaciones más allá de cualquier actualización previa. El INE incorporará un material Teslin “de alta seguridad”, tintas termocromáticas “que cambian de color con el calor”, dispositivos ópticamente variables y un elemento táctil para personas con debilidad visual.
Cada componente se selecciona bajo estándares internacionales como el ICAO, utilizados para pasaportes y visas. Hoy la credencial ya cuenta con 24 elementos de seguridad y Sosa es contundente: “No es fácil y más bien es imposible falsificarla”. Si la licitación avanza en los tiempos previstos, la producción del nuevo modelo comenzará en junio de 2026, cuando concluya el contrato actual.
Para los ciudadanos no habrá cambios operativos: los plazos seguirán reduciéndose —hoy el promedio es de seis días— y las credenciales vigentes coexistirán con el nuevo modelo hasta que naturalmente venzan. Sosa resume que se trata de una evolución en seguridad, pero conservando la identidad del documento, como se ha hecho modelo tras modelo. Un equilibro que el INE quiere preservar mientras se da paso a la credencial más segura en tres décadas.



