7 noviembre, 2025

Polución del aire y salud metabólica

La contaminación del aire constituye una exposición casi universal que afecta a la mayoría de la población mundial. Los contaminantes atmosféricos proceden de múltiples fuentes, principalmente el tráfico rodado, la quema de combustibles fósiles en la industria y la generación de energía. Incluyen partículas en suspensión de distintos tamaños: las PM10, con diámetro inferior a 10 μm, pueden llegar a la tráquea; las PM2.5, menores de 2,5 μm, alcanzan los alveolos pulmonares; y las más diminutas incluso penetran en la sangre. A ellas se suman compuestos químicos orgánicos persistentes y gases como dióxido de nitrógeno (NO₂), monóxido de carbono (CO), ozono (O₃) y dióxido de azufre (SO₂). Cada contaminante presenta características diferentes en cuanto a dispersión, reactividad y toxicidad.

La OMS identifica la contaminación del aire como el principal factor de riesgo medioambiental para la salud. Causa unos siete millones de muertes prematuras al año en el mundo, más del 90 % en países de renta baja y media.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) identifica la contaminación del aire como el principal factor de riesgo medioambiental para la salud humana. Se estima que causa alrededor de siete millones de muertes prematuras al año en todo el mundo, más del 90 % en países de renta baja y media. Entre un 60 % y un 70 % de estas muertes se relacionan con enfermedades cardiovasculares (como cardiopatía isquémica o ictus), un 18 % con enfermedades respiratorias crónicas o agudas, y cerca del 10 % con cáncer de pulmón.

En España, investigaciones realizadas en Barcelona han mostrado que la exposición combinada a contaminación atmosférica, tráfico y ruido urbano se asocia con un mayor riesgo de obesidad infantil. Estos resultados subrayan la influencia del entorno urbano (incluidos factores como el diseño de la ciudad y la densidad de población) sobre la salud desde etapas tempranas de la vida.

Reducir emisiones, impulsar transporte sostenible, mejorar la eficiencia energética y diseñar ciudades saludables son claves para disminuir la exposición y evitar millones de enfermedades y muertes.

Otros estudios en adultos también han comprobado que incluso niveles moderados de contaminación aumentan el riesgo de hipertensión y de eventos cardiovasculares, así como alteraciones en los lípidos sanguíneos que favorecen la aterosclerosis.

Todo ello refuerza la importancia de considerar la contaminación del aire como un factor modificable en la prevención de enfermedades metabólicas y cardiovasculares, y destaca el papel del exposoma (el conjunto de factores ambientales a los que una persona está expuesta a lo largo de su vida) como determinante clave de la salud individual y colectiva.

Reducir el impacto de la contaminación atmosférica sobre la salud requiere medidas eficaces de salud pública y políticas ambientales firmes. Limitar las emisiones, promover el transporte sostenible, mejorar la eficiencia energética y planificar ciudades orientadas a la salud son estrategias esenciales para disminuir la exposición poblacional y prevenir millones de enfermedades y muertes evitables cada año.

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