El rector Luis Alfonso Rivera Campos acapara reflectores en un evento concebido para honrar a los egresados, generando críticas por vanidad y prioridades institucionales
En días pasados, la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH) fue escenario de la inauguración de la nueva Sala de Titulación, un espacio originalmente pensado para reconocer el esfuerzo de los egresados y el apoyo de sus familias. Sin embargo, la ceremonia se vio marcada por una decisión polémica: el aula fue nombrada en honor al propio rector, Luis Alfonso Rivera Campos, lo que desplazó el enfoque del evento y generó una ola de críticas en la comunidad universitaria.
La expectativa era que la inauguración representara un homenaje colectivo a quienes culminan exitosamente sus estudios superiores. Sin embargo, desde el inicio, el protagonismo del rector fue evidente. Rivera Campos tomó la palabra en reiteradas ocasiones, destacando sus logros personales y su papel en la gestión universitaria, mientras minimizaba el reconocimiento a los estudiantes y sus familias.
La decisión de bautizar la sala con el nombre del rector, tomada aparentemente sin consulta ni consenso, provocó incomodidad entre asistentes y académicos. Varios miembros de la comunidad percibieron el acto como una muestra de egolatría y falta de sensibilidad institucional, pues lo que debía ser un espacio de identidad universitaria se convirtió en un monumento a la figura de Rivera Campos.
Las redes sociales y los pasillos universitarios se llenaron de comentarios críticos tras la ceremonia. Profesores, alumnos y egresados manifestaron su desacuerdo con la decisión, señalando que la administración parece priorizar la adulación al rector sobre el fortalecimiento académico. “Nombrar un aula en honor al actual rector es un acto de vanidad y refleja una falta de asesoría institucional”, comentó un docente que prefirió mantener el anonimato.
La falta de consulta y transparencia en el proceso de nombramiento ha generado dudas sobre la capacidad de la administración para tomar decisiones alineadas con los intereses de la comunidad. El evento ha sido interpretado por muchos como un síntoma de una gestión centrada en la imagen personal, más que en el bienestar colectivo.
La polémica en torno a la Sala de Titulación se suma a una preocupación mayor: la UACH ha descendido notablemente en el ranking académico nacional durante la administración de Rivera Campos. Diversos indicadores señalan una caída en la calidad educativa, la producción científica y el reconocimiento institucional, lo que ha alimentado la percepción de que la prioridad no ha sido la mejora académica, sino la consolidación de una cultura de adulación y protagonismo.
Estudiantes y académicos lamentan que, mientras otras universidades avanzan en innovación y excelencia, la UACH se ve estancada por decisiones administrativas que parecen responder más a intereses personales que a un verdadero compromiso con la educación superior en Chihuahua.
La inauguración de la Sala de Titulación en la UACH dejó al descubierto tensiones y cuestionamientos sobre el rumbo de la universidad. Más allá del simbolismo de un aula, el episodio invita a una reflexión profunda sobre los valores y prioridades institucionales. La comunidad universitaria enfrenta el reto de exigir transparencia, participación y un liderazgo enfocado en el desarrollo académico, no en la vanidad individual.
En un momento en que la UACH necesita recuperar su prestigio y fortalecer su misión educativa, es imprescindible que la administración escuche las voces críticas y reoriente sus acciones hacia el beneficio colectivo. Solo así podrá la universidad retomar el camino de la excelencia y el reconocimiento nacional. Sí, ese que se perdió hace muchos años.



