
Mientras el polvo se asienta en lo que queda de la Franja de Gaza, los palestinos inician el largo camino para recuperar lo que queda de sus vidas.
Desde que la semana pasada entró en vigor el alto al fuego mediado por Estados Unidos, miles de personas emprendieron el largo viaje hacia el norte, muchas de ellas incapaces de reconocer nada que se parezca a sus antiguos vecindarios.
Se llevó a cabo un intercambio de prisioneros y rehenes antes del discurso de Donald Trump ante la Knesset israelí el lunes, mientras el presidente estadounidense celebraba su acuerdo de paz entre aplausos.
En un punto de reunión en el centro de Ramala, familiares, simpatizantes y miembros de las fuerzas de seguridad palestinas esperaban noticias sobre los autobuses que liberarían a 1.966 detenidos palestinos. También se devolvió a sus familias a los últimos 20 rehenes israelíes vivos que Hamás había tomado como prisioneros durante los atentados del 7 de octubre de hace dos años.
“Es una sensación muy hermosa, feliz, un día de alegría”, declaró a la BBC Muhammad Hasan Saeed Dawood, un padre de 50 años. Su hijo fue detenido por las fuerzas israelíes en un puesto de control. “Lo consideramos fiesta nacional, que nuestros detenidos sean liberados a pesar del costo de la guerra, los mártires, los heridos y la destrucción en Gaza”.
En medio de la multitud, Waseem Amar, de Qalqiya, esperaba a su padre, detenido en 2003 acusado de matar a un colono y condenado a cadena perpetua.
“No puedo describir las emociones; es como un sueño. Solo podré creerlo cuando lo vea”, declaró entre lágrimas a The Independent. La familia no tenía información sobre él desde hace más de dos años. Mientras hablaba, la madre de Amar recibió una llamada de que estaba de camino desde Ofer.