
Todo parecía definido: el Estadio Azteca sería el primer estadio en albergar tres Copas del Mundo con la inauguración del Mundial 2026. Sin embargo, una reciente carta enviada por el primer ministro de Canadá, Mark Carney, a la FIFA ha encendido las alarmas en la Federación Mexicana de Futbol. El mandatario solicitó formalmente que el juego inaugural no se realice en México, proponiendo en su lugar una sede canadiense.
De acuerdo con medios como La Política Online y La Columna Digital, el reclamo de Carney no solo apunta a México, sino también a Estados Unidos. El canadiense argumenta que los problemas de seguridad en la Ciudad de México —como los asesinatos de colaboradores cercanos a Clara Brugada y las violentas marchas contra la gentrificación— son suficientes motivos para reconsiderar la sede. Además, cuestiona las políticas migratorias de Donald Trump como un riesgo potencial en territorio estadounidense.
Uno de los hechos que más peso tiene en la petición de Canadá es el asesinato de dos colaboradores de la Jefa de Gobierno capitalina, ocurrido sobre Calzada de Tlalpan, una vía principal hacia el Estadio Azteca. El documento entregado a la FIFA señala que la inseguridad en la zona pone en riesgo la seguridad de jugadores, delegaciones y aficionados, justo cuando la atención del mundo estará sobre la Ciudad de México.
En paralelo, Carney argumenta que Estados Unidos tampoco está preparado para albergar el evento inaugural. Las redadas migratorias lideradas por el ICE en ciudades como Los Ángeles, Nueva York y Chicago, junto con las protestas sociales, son motivo de inestabilidad para recibir un evento de tal magnitud. La experiencia de México en la pasada Copa Oro, donde la Selección Nacional debió cambiar su hotel en Los Ángeles por motivos de seguridad, es tomada como referencia.
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El posible cambio de sede ha provocado incertidumbre en la organización del torneo. México tenía asignados 13 partidos del Mundial, incluyendo el juego inaugural en el Azteca, 10 de fase de grupos, dos de dieciseisavos de final y uno de octavos. Si la FIFA cede a la presión canadiense, el país perdería su momento más simbólico en la justa mundialista.