
Gesto, poesía e imagen convergen armónicos y misteriosos en la exposición Trazos de aliento: Caligrafía japonesa, en el Museo Kaluz. La esencia de las nubes, el verde de los pinos de mil años, el encanto del agua y el bambú en el instante único son la poesía que se exhibe en pliegos de papel, marcados con formas expandidas por pinceles empapados de tinta oscura.
No sólo es escritura y entender lo que dice, sino que hay un elemento expresivo que cada calígrafo utiliza para transmitir algo que va más allá del significado, explicó Amaury García, curador. Eso nos permite ver la complejidad. Es una manifestación estética de lo visual con valor histórico.
Maestros confucianos, poetas, monjes budistas, pintores y funcionarios elaboraron durante siglos un arte antiguo con trazos que encierran intención y ritmo: la caligrafía japonesa es pensamiento en movimiento.
Miguel Fernández Félix, director del Museo Kaluz, destacó que por primera vez se ofrece una exposición de caligrafía histórica en el país; es decir, de obras elaboradas entre los siglos XVII y XX, lo cual se hace a partir de la Colección Terry Welch, el acervo de pintura y caligrafía japonesa más importante en América Latina. No sólo se presentan las obras, sino que se hizo una investigación muy rigurosa para el público mexicano, a partir de una relación estratégica del museo con El Colegio de México para estudiar el arte japonés.
El curador y coordinador de la Cátedra de Estudios sobre Arte Japonés, Terry Welch, afirmó que se quiso brindar en la exhibición dos caminos, uno que tiene que ver con el contenido escrito, que requirió un trabajo muy intenso de transcribir y traducir cada pieza, como se puede ver en las células. El otro camino está relacionado con la apreciación estética; es decir, más allá del contenido escrito, visualmente qué transmite esa obra, el uso de la técnica, el gesto caligráfico.
Déjate llevar y disfruta más allá del significado, se convoca al iniciar el recorrido por las salas, con un trabajo que requirió la transcripción y traducción de las piezas del arte de escritura, que aun siendo hablante del japonés o chino, no cualquiera es capaz de leer.
Por ejemplo, un biombo tomó a un grupo de investigadores varios meses para lograr transcribir seis ideogramas y presentarlos en la muestra. El manantial recita el compás del arpa mientras el pozo desata el reflejo de la Luna, puede conocer el visitante el significado, mientras contempla el grupo de paneles expandidos.
Los artistas exploraron las posibilidades de la abstracción caligráfica y el valor visual de la tinta china sobre el papel. En la apreciación estética de la caligrafía es fundamental considerar aspectos como el balance, la proporción, el movimiento, la armonía y el carácter expresivo de cada pincelada, se precisa.
En las salas del Museo Kaluz se despliegan 24 obras que fueron seleccionadas entre las 60 caligrafías que están en la colección, para permitir una experiencia estética y poética.
En un ambiente de tenue iluminación sepia y aire fresco, el discurso se divide en tres secciones donde se explora el legado chino de la escritura que fue llevada a Japón en el siglo VI, incluidos los estilos, continúa con la expresión individual y sus vínculos con la pintura.
Finalmente, lo que está detrás de los trazos de aliento es el espíritu de la persona que lo hizo y el discurso de la muestra propone una narrativa para dar diversidad en las piezas mostradas y con los tres grandes temas que engloba, señaló el curador e investigador de El Colegio de México.
Terry Welch es un estadunidense afincado en nuestro país. Una de sus pasiones es coleccionar pintura japonesa, y la reunión de obras que ha hecho durante toda su vida llegó al Museo Kaluz por una donación en 2023. Amaury García expresó que para nosotros es un milagro y un lujo tener este acervo.
Mientras, Miguel Fernández celebró: tenemos la única colección de pintura japonesa en América Latina. Comentó que a partir de una exposición de José Juan Tablada fue notoria la importancia de la pintura japonesa en el arte mexicano, por ejemplo en artistas como Dr. Atl y Jorge Enciso. A finales del siglo XIX esta cultura del país oriental también impregnó corrientes como el impresionismo.
La conservación de los lienzos de papel de morera, es decir, el árbol del gusano de la seda, y la tinta de hollín de madera quemada, implica retos de conservación, como mantener la temperatura entre 19 y 22 grados, la humedad en 50 por ciento y la luz adecuada para cuidar la obra de gran fragilidad.
Las piezas se pueden exhibir tres meses máximo y después deben descansar un año. Una de las más valiosas y destacables es la colaboración entre dos mujeres, Kaga no Chiyo y Tokuyama Gyokuran. El trabajo conjunto de la poeta budista y la pintora más valoradas en Japón en el siglo XVIII es raro y sólo existen tres ejemplares en el mundo, uno de ellos presentado en el Museo Kaluz.
−¿Qué cambia cuando dejamos de tratar de entender y empezamos a sentir lo que vemos? −se pregunta finalmente, después de observar las formas y comprender los textos. La respuesta es única en la experiencia del visitante.
La exposición Trazos de aliento: Caligrafía japonesa está abierta desde el sábado pasado y concluirá el 15 de septiembre en el Museo Kaluz (avenida Hidalgo 85, Centro Histórico).